Contra la complejidad en Yoga

El yoga es demasiado complejo.

Cada vez hay más maneras de enrevesar la práctica de yoga.

Nuevos props o implementos sin los que parece que fuera imposible practicar, nuevos estilos que requieren columpios, espacios acondicionados específicamente para ellos o varias esterillas por alumno. 

Los humanos somos expertos en hacer complejo lo que era sencillo.

A mi, al menos, me ocurre constantemente. Para que te hagas una idea, tengo por costumbre repasar cada 15 o 30 días todas las decisiones que tomamos en mi empresa para detectar cuándo empezamos a complicar las cosas de más y revertirlo.

La sencillez no es fácil, pero es necesaria. 

Vivimos además en un mundo de estímulos cada vez más constante y cada vez más llamativos, con demasiados objetos brillantes por todas partes y una capacidad de atención cada vez menor.

Y eso se nota.

El yoga, hoy en día, se ha vuelto algo demasiado complejo.

Pareciera que hay que saber de todo para ser un yogi moderno.

Si no entiendes de psicología, nutrición, salud general, productividad, o no sabes tocar algún instrumento exótico entre otras muchas habilidades, da la sensación de que no eres un buen profe de yoga, o ni tan siquiera un buen practicante. 

O lo que es parecido pero peor aún: si estás en el mundo del yoga tienes que saber de todo.

Bueno, de todo, menos de yoga me atrevería a decir.

La neocultura del yoga

Hoy en día hay congresos de yoga, festivales, eventos especiales en hoteles o lugares por el estilo, ceremonias, retiros y un montón de actividades con un cierto corte ritual o ceremonial. 

Si practicas yoga tienes todo un contexto cultural al que adherirte.

Hay líneas de moda para identificarte culturalmente vistiendo, hay retiros donde hablar y comportarte de formas en las que nunca lo haces en tu día a día y un sinfín de clichés más con los que cumplir y que te darán un estatus específico dentro de esta especie de neocultura yogi. 

Por algo la coletilla de “este profesor ha estudiado en India” no sólo parece, sino que a efectos prácticos le da mucha más autoridad y veracidad a lo que ese profesor diga. 

Si queremos creer que nos libramos de eso, lo siento pero ya te digo que no es así.

En el momento en que te vistes, te comportas o hablas cuando estás en los ambientes yogis de formas que no lo haces en otros contextos significa que la cultura actual del yoga te está absorbiendo. 

Oye, nada en contra. Faltaría más que algo que practican tantos millones de personas en todo el mundo no tuviera una cultura propia. 

El problema es que todo lo que se generaliza en clichés culturales tiende a rodearse de unos procesos que, por la propia naturaleza humana, tienden a ser cada vez más complejos. 

Sé que muchas personas se podrán ofender por esto que voy a decir, pero si estamos de acuerdo en que lo importante del yoga es ponerlo en práctica y resulta que en lo que dedicas tu tiempo no es a ponerlo en práctica sino que es a buscar ropa blanca para no desentonar en aquella sala donde es obligatorio o “muy recomendable” venir vestido entero de blanco, es que algo se nos está yendo de las manos. 

Huir de la realidad

Somos humanos, por lo tanto tendemos a huir de la realidad.

Tenemos una mente, por lo general no solemos tenerla muy controlada y ésta se dedica a fantasear constantemente.

Fantaseamos con el pasado y con el futuro y preferimos vivir en esas realidad paralelas a afrontar la realidad concreta del momento actual.

Por lo general esa realidad concreta significa trabajo y disciplina en alguna de sus variantes. Y la verdad es que dicho así, suena comprensible que la mente se quiera ir a los mundos de fantasía con tanta insistencia.

El motivo por el que cuando nos adentramos en el mundo del yoga nos van surgiendo tantas necesidades nuevas, completamente adquiridas, pero que nos parecen tan relevantes como saber muchísimo sobre nutrición o aprendernos rituales y festividades hindúes como si fueran las de tu pueblo es que son una grandísima excusa para seguir huyendo de la realidad.

Como decía, la realidad suene significar trabajo y disciplina en alguna de sus variantes.

Cuando toca practicar, ser constante y observar nuestra evolución, cosa que requiere bastante trabajo y disciplina, nos encontramos a nosotros mismos ocupados con los preparativos del día internacional del yoga que se inventó la ONU o preocupándonos por felicitar la festividad hindú de turno. 

Nada en contra de eso, pero todo en contra de que haya tantas personas ocupadas en ello y muchísimas menos ocupadas en el trabajo y la disciplina.

Lo sé, la realidad no es tan atractiva en principio, los frutos se tardan mucho en recoger y encima todo el contexto cultural que nos hemos inventado nos empuja a tener excusas buenísimas para dedicar el tiempo a otros menesteres.

Pero el yoga nunca fue eso, y tampoco lo pretendió.

El yoga es sencillo.

Simple.

Abre la caja de herramientas del yoga, prueba las técnicas que más te llamen la atención, quédate con las que mejor te funcionen y aplicarlas día tras día con constancia y disciplina.

No hay más.

Eso es el yoga.

Todo lo demás, viene sólo.

Poco glamuroso, pero muy efectivo.

Se puede hacer sin esterillas, sin props, sin gastar dinero, e incluso, y esto te va a sorprender, sin viajes a la India.

Si nos paramos un momento y miramos a nuestro alrededor veremos que hemos creado un mundo/sector/ambiente del yoga que nos da mil motivos para hacer muchísimas cosas, y ninguna o casi ninguna de ellas es yoga.

Le hemos añadido barreras a un camino que estaba despejado.

Lo hemos adornado con un montón de elementos llamativos y coloridos, pero le hemos puesto tantos que están por todas partes y apenas se puede distinguir ya el propio camino. 

Ojo, esto no es algo exclusivo de ahora ni de nuestra sociedad occidental.

Lo de adornarlo todo con rituales, ceremonias y florituras varias ya lo llevaba a las espaldas el yoga desde hace mucho tiempo. Nosotros sólo le hemos añadido nuestro toque occidental.

El problema de la complejidad

El gran problema que presenta todo esto es que lo complicado no se entiende, lo complicado se difumina. 

Hay profesores que no saben dar clases sin un montón de props, y no sabrían bien qué hacer si no tienen todo ese material o si a algún alumno le falta algún implemento.

Hay muchísimas personas que gastan no sólo dinero, sino principalmente tiempo en elegir y comprar todo lo que se supone que necesitarán entre ropa, esterilla, props y a saber ya cuántas cosas más de las que no me habré enterado. 

Hay también una mayoría de personas que creen que necesitan ir sí o sí a un centro de yoga para poder practicarlo, y que es algo que es ajeno a su día a día y no podrían hacerlo en casa.

Si el yoga no se puede hacer en casa, entonces ya se nos ha ido de madre todo. 

Si estás pensando en esa madre/padre de hijos pequeños que necesita salir de casa para estar tranquilos, es interesante recordar que siempre han habido hijos pequeños pero son muy recientes los centros de yoga. 

Y no es un reproche. No considero mejor o peor recibir clases en un centro o practicar por tu cuenta en casa, ni mucho menos.

Pero obviamente hay necesidades que no son tales. Lo único que se necesita para practicar yoga es a uno mismo. 

Complejidad en las posturas de yoga

¿Te has fijado en todos esos cursos que te venden posturas que se han inventado ellos para tal o cual objetivo?

Normalmente salen fotos de personas con dos o tres cinturones, cuatro bloques, cinco mantas y un sinfín de elementos más que hacen que la postura parezca muy compleja y sofisticada.

Compleja sí, sofisticada también si entendemos sofisticación como poco natural y nada sencillo. 

Nada más innovador hoy en día que necesitar poco.

En la misma línea van todos esos libros con títulos como “2000 posturas de yoga” que cada vez se van superando a sí mismos y publicando nuevas versiones con 100 o 500 posturas extra.

¿Quién tiene tiempo para practicar con seriedad todo eso? 

¿Es realmente necesaria tanta variedad? 

La respuesta corta es que claramente no.

No está mal que exista, esto no va de bueno o malo. Pero innecesario es sin lugar a dudas.

Y estamos dedicando tiempo a demasiadas cosas innecesarias cuando aún no hemos cubierto lo poco que sí es necesario.

Disciplina y trabajo no suena tan bien, ya lo sé. 

Complejidad en los estilos de yoga

El ejemplo de los estilos de yoga es muy bueno. 

Hoy en día cada profe de yoga se inventa su propio estilo, con sus propias normas y características entre las cuales hay siempre algunas absolutamente innecesarias y cosméticas pero que tienen que estar para que no se note demasiado que son un popurrí de los 3 o 4 estilos que más le han gustado practicar a esa persona en los últimos cuatro o cinco años. 

Tengo que aclarar que me encanta que cada profe de yoga tenga su propia impronta personal en su enseñanza, pero muchas veces se le da una importancia y un contexto excesivo que no genera sino más confusión.

Demasiadas veces esto ocurre con fines marketinianos. Ponerle nombre a un estilo que tú mismo has creado hace que parezca todo más serio, pero el principal motivo por el que esto es así es precisamente porque no se termina de entender del todo, y todo aquello que no se termina de entender bien parece complicado y, por tanto, serio.

En la mente de la gente aparece un pensamiento similar a este: “Si ha llegado a dar con ese conjunto de características que definen a su estilo, será porque sabe mucho del tema”. 

El problema está en que esa misma gente ni entiende las características, ni las diferencias ni la esencia de lo que se está ofreciendo en su totalidad. 

Todo parece muy complicado porque todo se complica a propósito. 

Y si es complicado, es ineficiente. 

Hay demasiadas variables prescindibles en las que enfocarse y se vuelve cada vez más difícil dar con las pocas variables que sí son imprescindibles. 

Encima, son poco atractivas: disciplina y trabajo. 

Simplificar el yoga

Bueno. 

A estas alturas debo confesarte algo: considero que hay que simplificar el yoga.

Mi planteamiento no es renunciar a todo lo que se ha forjado hoy en día. Los props, la ropa especialmente cómoda y los congresos de yoga están muy bien, pero hay que saber ponerlos en su lugar.

Hay que aprender a priorizar.

El ejercicio es extremadamente sencillo, simple (😜): 

  1. Piensa en tu práctica de yoga y observa el tiempo que le dedicas a todo lo accesorio que no es directamente practicar. 

    Habrá personas que se den cuenta de que están 15 minutos colocándose props para hacer una postura en lugar de ir a una versión más sencilla (y probablemente mucho más coherente) que le permita usar luego esos 15 minutos para meditar o algo de mayor provecho. 

    Habrá personas que se den cuenta de que el tiempo que emplean en grabar o fotografiar sus posturas para redes sociales es excesivo.

    O habrá casos diferentes. 

  1. Una vez lo hagas, piensa en todas esas veces que te has puesto alguna excusa para no practicar y date cuenta de cuántas de esas veces tenían que ver con todo aquello que es accesorio y no es directamente practicar. 

    No me refiero sólo a posturas, también a meditar, pranayamas o cualquier técnica de yoga. 

    Si no has practicado por falta de tiempo pero has horas navegando por internet para encontrar ropa de yoga que no cueste 200 dólares pero se le parezca, o has estado revisando durante 40 minutos un nuevo prop un tanto raro que te ha salido en algún anuncio (me ha pasado), ya sabes dónde han estado las prioridades hasta ahora.

  1. Decídete a simplificar tu práctica eliminando todo aquello accesorio y prescindible que hayas encontrado con este sencillo ejercicio de observación.
  1. Hazlo. Trabaja. Disciplina. No hay nada más (que vaya a funcionar).

Con este sencillo ejercicio, habrás simplificado tu relación con el yoga. 

Conclusiones

El yoga es simple.

Tendemos a hacerlo complejo.

Si no nos paramos a observar y bajar los pies a tierra nos dejaremos arrastrar por la corriente de la complejidad innecesaria.

Pocas conclusiones más.

Nada que valga la pena se obtiene dividiendo la atención en infinidad de detalles. Céntrate en lo importante y el resultado (y el camino) será mucho más satisfactorio. 

Espero que este artículo te sirva para poner un poco de orden en tu relación con el yoga, con la cultura del yoga actual y con tu propia práctica y disciplina personal. 

Al menos ésta fue justamente mi intención.

Ten un gran día,

Ariel de Gatica.

Puedes darte de alta en mi lista de emails para recibir contenido sobre yoga y biomecánica a diario:

1 comentario en “Contra la complejidad en Yoga”

  1. hola! buenos dias desde Argentina…debo decir q al ver la foto del posteo, dije: este que esta diciendo???? jajajajjaja, pero leyendo entendí lo que planteas y coincido contigo. hay mucha distracción, todo pasa por una linda foto y encuentros exitosos llenos de gente…con posturas sofisticadas y la ropa de moda. tengo la suerte de tener una profe que me permite repensar todo el tiempo, que quiero enseñar en mis clases? que no son necesarias todas estas cosas, y q el proceso es totalmente hacia adentro. para que quiero q las personas vengan a mi sala? solo para que logren una linda postura..? que quiero que se lleven?
    gracias por poner a la luz estas charlas y debates…
    Florencia 🤗

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ariel de Gatica
Scroll al inicio
Ir arriba