Todos tenemos en mente a alguna persona que se ha pasado la vida trabajando y esforzándose pero que no ha conseguido tener una gran condición económica.
El mundo está lleno de ejemplos de personas que trabajan y se esfuerzan mucho pero que no reciben un rédito proporcional en función de ese esfuerzo.
Esforzarse mucho no es garantía de nada.
Creo que hasta aquí nos entendemos.
En yoga pasa igual.
Esforzarte mucho no te garantiza nada.
Probablemente tengas también en mente a aquella persona que es muy constante, practica casi todos los días de la semana una o dos veces por día y, a pesar de todo, lleva estancada varios años.
O personas que se sientan cada día a meditar desde hace años y aún así no se les nota un ápice de cambio en su carácter.
De estos ejemplos, está el mundo lleno.
Hoy quiero hablarte del esfuerzo en yoga y del resto de factores que son importantes para lograr un progreso real.
Entender esto puede que te ahorre años de esfuerzo mal dirigido. El yoga nunca se pensó para gastar energías de forma subóptima, sino justamente al contrario.
Esfuerzo y Yoga
No voy a ser yo quien desprecie el esfuerzo.
Sin esfuerzo, no hay nada.
Pero no sólo de esfuerzo vive el hombre. Igual que la atención, el esfuerzo tampoco lo es todo.
Al fin y al cabo, no hay nadie más atento que un ladrón mientras entra a robar a una casa. La atención no lo es todo.
Con el esfuerzo pasa parecido.
Yo soy un buen ejemplo de ello.
Cuando empecé en esto del yoga pensé que podía estar bien probar eso de meditar así que me senté durante varias semanas seguidas cada día entre una hora y una hora y media a “meditar”. No tenía ni idea de lo que era, ni tampoco de cómo sentarme bien tanto tiempo seguido.
Acabé sin conseguir nada más que una lesión en la rodilla por sentarme mal tanto tiempo seguido pensando que las molestias serían “normales”.
Obviamente, no todo era el esfuerzo. Había que saber dirigirlo. Yo lo puse donde no tocaba, debería haberme esforzado en entender mejor lo que había que hacer y cómo hacerlo, pero me esforcé en otro aspecto que era la constancia y el tiempo dedicado.
No salió bien. Aprendí, pero podría haber aprendido lo mismo sin lesionarme la rodilla, sin ninguna duda.
Esto mismo ocurre a multitud de practicantes de yoga a día de hoy.
Con la meditación, como me pasó a mi.
Con posturas, practicando e insistiendo durante horas y horas pero sin entender ni cómo se mueve su cuerpo.
Con pranayamas practicando cada mañana pero basándose en mitos que ha leído por ahí y sin conseguir más que marearse de tanto mal esfuerzo.
Y con todo, en general.
Por pasar, hasta pasa estudiando textos clásicos.
Hay quien cree que por dedicar cuatro horas al día a estudiar la historia y la filosofía del yoga la va a entender. Si supieran que practicando se entiende todo mucho antes y mejor, alucinarían.
El esfuerzo sin esfuerzo
En yoga hay una frase que me encanta:
“Por el esfuerzo, se llega al esfuerzo sin esfuerzo”.
Bueno, se dice mucho en yoga, pero creo que viene del taoísmo.
El caso es que muchas personas buscan esto.
Y tiene sentido.
Cuando te esfuerzas lo suficiente, lo esforzado se vuelve fluido y sencillo y no requiere apenas esfuerzo.
El problema es que se tiende a creer que es una especie de carta blanca. Si te esfuerzas mucho al final todo es fácil.
Y no tiene por qué. Para nada.
Si te esfuerzas mucho y te esfuerzas bien entonces todo se vuelve fácil.
Pero es que además, hace falta esforzarse mucho, pero mucho mucho.
No va de ser constante durante un par de años. Va de dedicar horas y horas durante décadas.
¿Por qué tanto esfuerzo? Porque se entiende que en ese tiempo cabe el estudio, la práctica y la rectificación.
Se presupone el ensayo y error. Al fin y al cabo, el yoga va de experimentar, asimilar lo que se confirma que funciona y descartar lo que no.
Y ese proceso lleva tiempo y esfuerzo en sí mismo.
Si no se da el proceso, entonces el esfuerzo puede ser todo el del mundo, que nunca llegará a ser cómodo.
Igual que empujar una pared con las manos esperando tirarla abajo no es muy coherente y el esfuerzo inteligente será el de ir a comprar una maza con la que tirar la pared abajo en vez de pasarse años empujando la misma pared con las manos.
Gñana Yoga
El Gñana Yoga es el yoga del conocimiento.
Es un camino en el que se elige el estudio y el entendimiento para lograr progresar en yoga.
Ese conocimiento, en esencia, nos ayuda a discernir qué es importante y qué no es importante.
Si bien es un camino que no tiene por qué ser el de todo practicante de yoga, al menos parte de su enfoque debería estar presente en la práctica cotidiana de cualquier persona que quiera optimizar sus esfuerzos.
El conocimiento te permite entender lo que estás haciendo, tu práctica en sí misma, y ese entendimiento te lleva a saber elegir la mejor manera de hacer las cosas o de invertir el esfuerzo.
Si practicas una postura insistiendo sobre ella durante horas cada día y te pasas así años, lo más probable es que encuentres un punto de estancamiento del que no pases. Básicamente porque el cuerpo no funciona así. Conocer el funcionamiento del cuerpo y entenderlo te ayudará a tomar (mucho) mejores decisiones a la hora de invertir todas esas horas y todos esos años.
Probablemente puedas sustituir años de esfuerzo por unas semanas de un esfuerzo bien dirigido y lograr resultados mucho mayores. Todo gracias a tener el conocimiento para tomar esas decisiones.
Lo mismo ocurre con cualquier ámbito del yoga. Y de la vida, pero ese tema lo tocaré en otro artículo futuro.
No te digo que haga falta sustituir toda tu práctica por el estudio de textos clásicos, pero obviamente un mínimo de conocimientos son necesarios para lograr una práctica coherente.
Con que compruebes una única vez que has estado dedicando un montón de tiempo a algo que podrías haber logrado en pocos días sabiendo lo que hacías, esa sensación te servirá de motor para buscar constantemente ese punto óptimo donde el esfuerzo es importante pero claramente no lo es todo.
Estudio en Yoga
El yoga moderno está lleno de frases como “Practica, practica y todo llegará” o “Yoga es 99% práctica, 1% teoría”.
Lo siento por quien haya hecho suyas estas frases, pero tengo que decir que son un problema más que una solución.
Bajo estos estandartes conceptuales he visto a personas pasarse años haciendo exactamente lo mismo, pensando que sólo era cuestión de práctica avanzar.
Cuando el estudio en yoga queda relegado a un último plano los riesgos son varios:
- Te arriesgas a dedicar años a trabajar de una manera que si funciona lo hace de forma muy limitada.
- Arriesgas a tu cuerpo al someterlo a esfuerzos que no terminas de entender.
- Te arriesgas a convertir el yoga en algo demasiado superficial basado únicamente en repetir y repetir con la esperanza de que un día algo cambie.
Por mucho que practiques y te esfuerces, eso no te garantiza que nada llegue.
Si al yoga le restas el estudio y dedicas el esfuerzo a practicar sin entender muy bien qué estás practicando, lo más probable es que te acabes estancando, frustrando, lesionando o todas estas cosas a la vez.
El yoga va de estudiar, entender y practicar.
Experimentar es la base del yoga, y todo experimento requiere una hipótesis previa que no viene de la nada, viene del estudio y la comprensión de nuevas ideas.
Estoy absolutamente de acuerdo con que lo más importante es practicar más que divagar intelectualmente, pero sin el conocimiento es imposible discernir si lo que estamos poniendo en práctica tiene algún sentido o no.
Si no somos capaces de discernir, entonces la práctica se vuelve un juego de azar donde apostamos por repetir lo mismo siempre y ver si algún día da algún resultado.
O peor aún, nos acabamos conformando con los pequeños resultados que vamos viendo con el tiempo sin ser siquiera conscientes de los enormes progresos que no estamos logrando por no probar a hacer las cosas de otra manera.
Esto es algo que veo de forma muy clara en los yoga modernos que predominan hoy en día.
Suelen ser formas de practicar donde el centro son las posturas y se realizan de formas muy poco eficientes, peligrosas en algunos casos y que requieren el esfuerzo de años para ver algún resultado sustancial si es que la mente del practicante no se deja llevar por esa rutina mecánica que suponen la mayoría de estos estilos.
Cuando en estos estilos se practican pranayamas se suele hacer de forma tan superficial que da pena verlo. Se dedican diez o veinte minutos a hacer ejercicios de pranayama casi por cumplir en lugar de intentar entenderlos para sacarle a esos veinte minutos todo el jugo posible.
Con la meditación, más de lo mismo.
Por ese mismo motivo a día de hoy hay tantas personas que llevan diez, quince o veinte años practicando y que no entienden su cuerpo, no son conscientes del potencial de la práctica de pranayamas o que incluso han mecanizado la meditación.
A tu ritmo sí, pero no estancados.
Cuando hablo de este tema muchas personas suelen ponerse a la defensiva.
No es mi intención señalar particularmente a nadie, tan sólo describo lo que llevo años viendo en el entorno del yoga. No es ningún secreto, está a la vista de cualquier persona que quiera observar.
Me dicen cosas como “cada cual tiene que encontrar su ritmo y no pensar de forma tan rígida”.
Oye, estoy de acuerdo.
Cada cual a su ritmo.
Pero con algún ritmo. Si te estancas, eso no es un ritmo. O es un ritmo de 0.
Estar estancados no sirve.
Pareciera que aquellas mismas personas que se pasan la vida esforzándose mucho le tengan cierto rechazo a que el yoga sea un sistema pensado para progresar espiritualmente.
No para dar un paseo espiritual ni para estancarse espiritualmente. Para progresar.
Nos pasamos años y años esforzándonos ¿Y no vamos a buscar la manera más óptima de dedicar ese tiempo y esa energía?
El yoga siempre buscó ser un camino lo más óptimo, sencillo y rápido posible hacia esa evolución espiritual.
Siempre. Es precisamente la esencia del yoga.
Cada cual tiene su camino, cada cual va a su ritmo. Estoy de acuerdo.
Todos tenemos que darnos cuenta en algún momento de que hay una mejor manera de hacer las cosas y no va a ser mejor o peor darnos cuenta antes o después.
Pero que no nos fustiguemos con ello no significa que no debamos buscar constantemente esa manera un poco más óptima de invertir nuestro esfuerzo y ese entendimiento un poco más profundo de lo que estamos haciendo.
Conclusiones
¿Sabes?
Esfuérzate.
Equivócate.
Encuentra mejores maneras.
Siéntete un poco tonto por no haber hecho las cosas de esa forma antes.
Experimenta, a ver qué pasa.
Profundiza un poco en aquello a lo que más tiempo le dedicas.
Vuelve a esforzarte.
Repite.
No es tan complicado.
Pero requiere una gran independencia.
Tomar tus propias decisiones.
Creo firmemente en que el principal problema es este.
A una mayoría de personas le resulta más sencillo seguir las instrucciones de una escuela, un estilo, un maestro o un gurú, que tomar sus propias decisiones.
Pero si quieres recorrer tu propio camino y llegar a alguna parte, las decisiones son tuyas, la experiencia es tuya y así la recompensa también será tuya.
Espero que esta reflexión te sirva y que tengas un día estupendo 🙂
Ariel de Gatica.
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