Miedo al movimiento.
En esencia eso es la kinesiofobia.
A poco que hayas estado algunas veces en clases de yoga habrás observado algún ejemplo claramente, o lo habrás protagonizado.
Esa persona que viene con un dolor previo en algún lado, o que ya no lo tiene pero lo ha tenido, y que se resiste a hacer algún gesto, movimiento o postura por temor a que le vuelva o se intensifique el dolor.
O, yendo un paso más allá, esa persona que ha oído que no es bueno moverse así o asá y se resiste a hacer ese movimiento por si acaso.
Este miedo al movimiento hace que la persona se mueva menos, pero también que la persona se mueva peor cuando lo hace.
Si vas con miedo mientras te mueves le pones trabas constantes al movimiento y acabas con más atención a los posibles dolores o molestias que a la postura o el ejercicio en sí mismos.
Hay veces en que este miedo viene de alguna recomendación que la persona ha oído, leído o recibido en algún momento.
Se ve muy fácil en personas con hernias por ejemplo, casos donde hasta sus médicos les han dicho lo “gravísimo” que es tener hernias y tienen un miedo desproporcionado al gesto de turno que le hayan prohibido.
Una hernia no es para tanto, no es una lesión grave en absoluto, pero le sienta especialmente mal la falta de movimiento. Hay riesgos claros en esto de vivir con miedo.
Otras veces, la persona trae el miedo consigo por alguna situación traumática previa. Algún mal movimiento que le originó un dolor, una molestia o una lesión, o alguna lesión que se hizo de otra manera pero que le ha estado molestando mucho, por ejemplo.
Creo que nos situamos.
Vamos a comprender en este artículo los riesgos de la kinesiofobia, los comportamientos que alimentan la kinesiofobia por parte de los profes de yoga y algunas soluciones para evitar extender este miedo irracional.
El dolor en la sociedad del miedo
Vivimos en una sociedad donde cualquier excusa para no moverse es bien recibida.
Si te rompes un hueso te recubren la fractura de yeso y te dejan sin moverte varias semanas o varios meses. Sistemáticamente, haga o no haga falta, casi siempre sólo por si acaso.
Si de pequeño te caes o te haces daño jugando a algo, tu madre/padre te dirá que no lo vuelvas a hacer. Hoy en día creo que la sobreprotección está al nivel de prohibir directamente juegos o movimientos enteros, o al menos si no es algo generalizado sí que es un comportamiento muy extendido.
Luego vamos a un profesional sanitario y ante cualquier inconveniente haciendo algún movimiento nos recomiendan claramente no repetirlo.
Y encima llegas a una clase de yoga con alguna molestia y si no te dicen que no te pueden atender por falta de formación y te mandan para casa, te dejan hacer la clase prohibiéndote un montón de cosas por si acaso.
Pero del papel de los profes de yoga hablaré con detalle más adelante.
Creo que la idea se entiende.
El miedo es transversal a cualquier ámbito de nuestra sociedad hoy en día.
Da miedo hacerse daño, da miedo la posibilidad de hacerse daño, da miedo no hacer caso a las “sensatas” recomendaciones de los profesionales sanitarios que te dicen que no te muevas así no te rompes.
Hasta en las noticias vemos constantemente a personas que han hecho algo que no debían y han tenido consecuencias nefastas. Aquél surfista con todos los huesos fracturados por meterse en el agua un mal día, alguien que se ha dado un golpe enorme en la cabeza tirándose desde un trampolín o un futbolista que se dejó el pie en el césped mientras siguió avanzando con su cuerpo.
Eso de moverse parece peligroso hasta para profesionales.
Falta que nos compremos una caja fuerte tamaño humano y nos encerremos allí a esperar que se pase la vida. Estaríamos más seguros.
Por qué no moverte debería darte miedo
“Si no quieres romperte, no te muevas”.
Suena sensato, razonable.
Ah, pero amigo. Es lo menos sensato y razonable que vas a leer hoy.
Si no te mueves:
- ❌ Tus articulaciones se vuelven débiles e inestables
- ❌ Tus huesos se vuelven frágiles y vulnerables
- ❌ Tu control neuromotor se atrofia y eres incapaz de controlar tu cuerpo en una situación inestable
- ❌ Tus reflejos se ven mermados por lo que el riesgo de accidente aumenta
- ❌ Tus músculos se atrofian, algo directamente relacionado con mayor riesgo en multitud de enfermedades así como mayor tasa de mortalidad
- ❌ Tu aparato locomotor se vuelve rígido y tus órganos funcionan peor
- ❌ Tu función cognitiva se ve afectada de forma muy negativa
- ❌ Tu estado emocional se vuelve más inestable
- Etc.
Podría seguir hasta el infinito.
El ser humano está hecho para moverse.
Así funciona.
No sólo los músculos, todo. Todo funciona con movimiento.
Desde tu estómago hasta tu cerebro.
¿Dejarías de lavarte los dientes para evitar la posibilidad de desgastarlos con el roce del cepillo?
¿Qué ocurriría si lo hicieras?
Se pudrirían.
Tu cuerpo también se pudre si no lo mueves. Lo digo así para entendernos, pero no es en absoluto una exageración.
Si vieras por dentro cómo va quedando un cuerpo sedentario no volverías a pasar una hora seguida sentada en tu vida.
El cuerpo necesita moverse para funcionar.
Y moverse tiene riesgos, claro.
Pero ni mucho menos tenemos un cuerpo de cristal que se vaya a romper por hacer cuatro cosas.
Nuestro cuerpo se vuelve de cristal cuando lo movemos demasiado poco, y el riesgo aumento por mucho cuando al movernos lo hacemos con miedo y tensión.
Es mucho más arriesgado tenerle miedo al movimiento que moverse sin más.
Incluso en una recuperación (sobre todo en una recuperación) de una lesión o patología moverse será una de las claves fundamentales a trabajar para acelerar esa recuperación y permitir que se de por completo.
¿Sabes esas lesiones que llevan años molestando?
Pues tengo que decirte que ningún tejido molesta por años por una lesión. El tejido se recupera en unos meses, siempre. Lo que molesta es tu relación con esa lesión o las consecuencias de esa relación.
Puede que esté todo muy tenso en torno a ella por tu falta de movimiento y eso te moleste, o puede que simplemente tengas asociado “molestia” a esa zona de tu cuerpo y así la sientas. Sencilla y literalmente.
Si le quieres tener miedo a algo, deberías sentir pánico por no moverte.
Pero bueno, tampoco hace falta vivir así de alerta. Con comprender cómo funciona tu cuerpo esas limitaciones tan grandes acaban por desaparecer enterradas en una montaña de sentido común.
Adaptación, dolor y movimiento
Eso que se suele oír de que hay que ignorar el dolor para que desaparezca es una barbaridad en varios sentidos.
Por un lado porque no funciona así, funciona justo al contrario.
Pero más allá de eso, el problema está en vivir el dolor como una confrontación y en vez de escucharlo querer hacerle desaparecer de cualquier manera.
Oye, lo entiendo. El dolor puede ser limitante. Pero también puede no serlo.
Existe cierto rango de dolor que podemos soportar, que no es limitante y que se conoce como dolor adaptativo.
Este es un dolor que tendremos que sentir para recuperarnos realmente de una lesión.
Si te mueves y hay dolor debes saber diferenciar.
Si en tu escala subjetiva del dolor del 1 al 10, ese dolor no supera un 4 al moverte, entonces probablemente estés frente a un dolor adaptativo que se irá diluyendo con el movimiento y la recuperación.
Si el dolor pasa del 4 entonces será un aviso claro de que no debemos ir por ahí. Demasiada intensidad para un tejido aún sensible o una interpretación del dolor sensibilizada.
Como ves, hay herramientas.
Esto es sólo un ejemplo, pero hay muchas formas de lidiar con el dolor y el movimiento.
Incluso cuando te estás recuperando de una lesión.
Si ni siquiera tienes una lesión, imagínate el absurdo de tenerle miedo al movimiento.
Somos humanos, nos adaptamos muy bien al movimiento, a los gestos nuevos e incluso a las recuperaciones cuando hay lesión.
La única manera de no adaptarnos y volvernos cada vez más frágiles es no intentarlo, no movernos y dejar que nuestro cuerpo se adapte a no necesitar ser fuerte, estable y funcional.
Profes de yoga infundiendo miedo
Con suerte a ti no te ha pasado y te sorprende, pero yo esta situación la he vivido en carne y hueso (y muchas similares):
- *Practicante va a hacer Sirsasana sin pared*
- *Profe*: ¡AY NO NO NO! HAZLO CON LA PARED POR DIOS QUE TE VAS A HACER DAÑO ¡AY AY AY!
Creo que el ejemplo habla por sí sólo.
Otras veces puede ser más sutil, pero ocurre que muchos profes transmiten sus propios miedos al movimiento a sus alumnos. Todo un problema.
La mayoría de veces ocurre con frases sutiles:
- “Si no haces la contrapostura te quedarás descompensado”.
Preciosa forma de hacer entender a las personas que si no van por la vida “compensando” sus movimientos van a acabar con consecuencias. De las contraposturas y su sinsentido hablaré en otro artículo.
- “Ten cuidado así que te vas a romper”.
Nada como relacionar movimientos a lesiones.
- “¡No! Tú no hagas esto, que estás lesionada”.
En muchas ocasiones es el tono el que transmite el miedo y asocia peligro a un movimiento.
La falta de seguridad a la hora de tratar con personas lesionadas o en proceso de recuperación es en sí misma una forma de miedo, y eso se transmite.
La solución pasa por no atender personas a las que no estamos seguros de cómo ayudar o, al menos, de cómo no desayudar para empezar. Eso primero, luego formarte y ser capaz de atender a cualquier persona que tengas en clase debería ser el enfoque.
Las propias experiencias negativas con el movimiento hacen mucho también, al fin y al cabo, aunque no lo parezca, los profes de yoga también somos humanos.
En estos casos hay que saber controlarse y detectar cuándo estamos transmitiendo y proyectando nuestros propios miedos sobre los alumnos, para poder transformar esa forma de comunicarnos en una manera que nos permita realmente ayudar.
Está claro que un profe de yoga no va a infundir miedos con mala fé, pero la intención no es lo importante aquí, lo importante es que ocurre y es algo a observar y poner solución.
Sinceramente creo que se puede ayudar mucho controlando nuestra comunicación, igual que creo sinceramente que si alguien no está preparado para gestionar sus emociones y miedos mínimamente no debería dedicarse a trabajar con otras personas y sus cuerpos, porque al fin y al cabo eso significa trabajar con su salud.
Igual esta afirmación cae mal a alguien, pero es una convicción clara que tengo. Eso de que ser profe de yoga es fácil y cualquiera con unas cuantas horas de curso se pueda lanzar a ello es un bonito cuento de hadas pero vivimos en un mundo donde debemos ser responsables, no fantasiosos.
Primero, un trabajo personal. Luego, el trabajo con los demás.
Una propuesta sencilla y práctica para la kinesiofobia
El miedo al movimiento es un peligro.
Hace que las personas se muevan menos y se muevan peor.
Al ser un miedo irracional apoyado en argumentos supuestamente racionales para la persona que lo siente, funciona muy bien desmontar racionalmente esos argumentos.
Nadie siente miedo sin una buena excusa.
Observarás que la gente no dice “tengo miedo a moverme” sin más, la gente dice “si hago esto tendré esta consecuencia concreta”.
De fondo hay un desconocimiento y, en demasiadas ocasiones, un argumento de autoridad al ser alguien de quien la persona se fía bastante quien le ha infundido el miedo.
¿Y la solución es…?
El conocimiento.
No te digo que haya que volver a nuestros alumnos expertos en fisiología, aunque no estaría mal.
Más bien se trata de saber explicar por qué es peor no moverse, por qué aquello que provoca miedo no es tan arriesgado como se creé, e incluso cuándo cierto dolor o molestias son necesarios y evitarlas causará paradójicamente mayores dolores o molestias.
Hacer que la persona lo entienda.
Si es tu caso, estudia y te darás cuenta de que necesitas moverte. Este mismo artículo es un buen primer paso.
Si es el caso de algún alumno/a tuyo, entonces estudia para saber explicar con claridad y sencillez todo esto.
Si no se consigue entender cómo funciona el cuerpo difícilmente sacaremos a una persona de sus creencias predeterminadas sobre un tema. Para que alguien cambie sus creencias tenemos que darle muy buenos argumentos y demostrarle con la práctica que son ciertos.
Necesitas entender bien cómo funciona el cuerpo y cómo funciona lo que le ocurre a esa persona.
Lo bueno es que por lo general son cuestiones bastante sencillas, las complicadas suelen ir a un profesional sanitario antes y cuando llegan ya son mucho más manejables.
Lo bueno de no ser médicos 😉
Conclusiones
El movimiento es necesario, imprescindible.
Debemos hacer entender esto a las personas con las que trabajamos.
También debemos procurar cuidar nuestra comunicación para no transmitir ideas que alimenten ese miedo al movimiento.
Y, sobre todo, debemos preocuparnos de entender cómo funciona el movimiento para poder explicarlo y tener la capacidad de demostrar de forma práctica aquello que explicamos.
El miedo se fundamenta en creencias, así que debemos desmontar esas creencias desde el conocimiento y el ejemplo.
No hay mejor ejemplo que conseguir que alguien se mueva y vea que no pasa nada, al revés, le acaba sentando mejor.
Si quieres entender cómo funciona el movimiento en yoga, tengo una clase gratuita donde analizo varias posturas para que puedas entenderlas y entender las consecuencias del movimiento en ellas.
Puedes verla pulsando aquí: Clase gratuita.
Esto de la kinesiofobia es sencillo de entender, pero tiene su miga ir desterrándola de la comunicación y de la realidad cotidiana de gran parte de las personas. Está demasiado extendido.
Hoy en día un niño no puede ni subirse a un árbol por si se cae, le gritan y se les transmite una alerta enorme, y luego es su padre/madre, la que lo prohíbe, quienes vienen a nuestras clases con un miedo muy arraigado.
En un tiempo serán esos niños los que vendrán, y será más complicado aún. A no ser que hagamos un buen trabajo con los padres hoy.
Espero que este artículo te haya arrojado algo de luz sobre un tema tan presente y cotidiano.
Si es así agradeceré mucho que dejes un comentario en esta misma página, abajo del todo.
Y si quieres sugerir algo o comentar algo de lo que he dicho aquí, estaré encantado de leerte si me lo haces saber en un comentario.
Espero que te haya hecho reflexionar y te aporte alguna herramienta útil.
Pasa un gran día 🙂
Ariel de Gatica.
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Gracias por tus emails, me resultan muy útiles. A mí esto me pasa con las rodillas y las lumbares….y casualmente hace unas semanas, casi ya un mes, me rompí una costilla por un accidente de bici, pero no podía parar de trabajar, estaba haciendo la vendimia..mmm no sé si me ayudó o me perjudicó… todavía siento algún pinchazo cuando me tumbo, pero el médico me dijo que me recuperaría en dos semanas, lo que me extrañó bastante. El golpe fue bastante fuerte. En fin… que parada no me puedo quedar, y mi madre me recomendó hacer como si hinchase un globo para la recuperación, lo cual me ha ido estupendo (creo). ¿Alguna recomendación?
Hola Ana!
La mejor recomendación que puedo hacerte es hacerle caso a tu médico y moverte todo lo posible dentro de ser precavida y tener en cuenta las recomendaciones médicas.
Al final una fractura de costilla no es algo grave pero tiene su proceso.
Igualmente, muy irresponsable sería por mi parte decirte algo concreto para hacer sin conocer tu caso en absoluto!
Un abrazo 🙂
Ariel.
Ariel, me ha parecido muy interesante y revelador el tema del miedo a moverse.
Fíjate que, en casi todos los ejemplos que das de los miedos respecto a moverse en sus distintas facetas, los he vivido casi todos con las alumnas que he ido teniendo y tengo actualmente. A veces de broma, si digo lo de la urna de cristal!! jeje
Además, tengo un niño de 6 años y he vivido en carne y hueso, hace unos días, ( y no es casualidad) lo que comentas al final de los niños. La desagradable experiencia de los miedos de una madre que no quiere que mi hijo se suba a un árbol que hay en el parque que solemos ir, por miedo a que el suyo se suba. Al principio, te soy sincera reaccione mal con esa madre que coartaba la libertad de mi hijo y la de otros niños. Luego, unos días más tarde hable con ella y le di mi opinión sobre el tema. Desde la reflexión pausada pensé ostras, cuanto miedo infundado a un hijo y cuanto trabajo por desaprender, por desaprender creencias inculcadas.
Por eso, Ariel te soy sincera siempre me ayudas a no dar las cosas por sabidas, a desaprender lo que no funciona y a dar ejemplo incluso explicando a una madre como funciona el cuerpo en movimiento.